LAS CONVERSACIONES SECRETAS CON LIJ TEFERI MAKONNEN
En Addis Abeba corrían los rumores de que hasta los consejeros personales de confianza de Ras Teferi sentían terror de el y eran reacios a estrecharle la mano o a mirar fijamente a sus pronunciados rasgos, con la nariz puntiaguda, la barba abundante y los penetrantes ojos, casi negros, enmarcados por un cabello espeso y revuelto.Muchos de sus compatriotas se acordaban de la profecía bíblica, según la cual, después de librar la Ultima Guerra, en la tierra de David se coronaria a un Negus Nagast / Rey de Reyes de la familia de Jesé, un hombre cuyos ojos son como Llamas de Fuego, cuyo Pelo es como Lana y cuyos Pies y Manos son como el Bronce Quemado, y que a su debido tiempo, el mas grande de los reyes vencería a la Muerte y seguiría con el Juicio Final tras derribar los tronos de Babilonia y lanzar al abismo a todos los pretendientes al poder Temporal junto con sus partidarios embaucados.
Empezaron a circular extrañas historias sobre la infancia de Teferi, sobre todo lo que se refería a la presunta habilidad de hablar con los animales. Se decía que, en su juventud, se le había visto en diversas ocasiones conversando en la espesura con leones y leopardos, y que los animales mas feroces de la selva se ponían dócilmente a sus pies, al estilo de lo que habían hecho en siglos anteriores ante el legendario Bahatawi ermitaño Abbo Qiddus.
Ademas, se decía que, Teferi era muy brillante y competente con las lecciones como estudiante, pero que sobre todo había asombrado realmente a los sacerdotes con su profunda sabiduría referente a los asuntos místicos y religiosos. No solo citaba profusamente del Kebra Nagast, sino también del Libro de Kufale, del Libro de Enoch, del Pastor de Hermas, del de Judith, del Eclesiastico, del Tobit, del Matshafa Berhan / Libro de la Luz, de los Libro Sexto y Septimo de Moisés, de los libros del Edén (suprimidos en secreto del Libro del Génesis, durante los Años Oscuros), de los 31 Libros completos de la Biblia Hebrea, de los 21 canónicos del Nuevo Testamento y de otras muchas obras apócrifas y seudocientíficas.
Según un relato, un sacerdote local de Harar había visitado al joven Teferi poco tiempo después del presunto fallecimiento de su padre Ras Makonnen, y le pregunto donde había logrado una sabiduría tan amplia. Teferi le respondió que buena parte de ella le había llegado en el momento de su Timket/ Bautismo que, de acuerdo a la tradición, se había celebrado al cumplirse los cuarenta días de vida. El sacerdote que presidia la ceremonia había abierto los ojos de Teferi con el primer contacto del crisma sagrado, y todo lo que siguió fue tan comprensible para el Lij niño, como si hubiera sido un adulto. El sacerdote pronuncio su segundo nombre, recordaba el, y luego su nombre de pila, y después, por supuesto soplo suavemente en el rostro de Teferi para apartar los malos espíritus. En ese instante según Teferi, se sintió envuelto por un resplandor dorado, y cuando el sacerdote se puso a ungirle el agua que le toco la frente, el pecho, los hombros y los restantes treinta y siete lugares prescritos, sintió que su sabiduría crecía, que le llenaba como una nave y le dotaba con un gran sentido de claridad sobre la Creación y el objetivo final del hombre.
Sin embargo, en las semanas posteriores, la sabiduría y aquel sentido especial de lucidez parecía haber desaparecido.
> Cuando regresó?, pregunto el sacerdote.
< Cuando los pájaros y bestias, e incluso los insectos, empezaron a jalearme y hablar, tras recordarme lo que ya sabia.> Respondió Teferi.
> Cual fue la primera criatura que le habló?
Teferi pidió una hoja de papel y colores y, con una facilidad extraordinaria se puso a pintar un pájaro. Parecía una paloma, aunque con un plumaje exótico y multicolor. El sacerdote estaba a punto de preguntarle a Teferi de que clase de pájaro se trataba cuando se quedó sin habla al presenciar que el pájaro volaba de la hoja, salia por una ventana cercana y desaparecía en el cielo.
Rápidamente, aunque de manera discreta, se corrió la voz sobre el extraño hijo del Ex Gobernador Ras Makonnen a través de la red de grandes sacerdotes / Liqe Kahnat de las provincias, y se dice que organizaron varias reuniones secretas con el para interrogarlo sobre tales hechos extraordinarios, y quizá también para pillarlo en falta de respeto a lo que se suponía que eran pensamientos blasfemos o hechizos de magia pagana.
Se dice que, en uno de dichos encuentros, el muchacho había dejado claro que estaba al corriente de los raros manuscritos de Abba Aragawi y conocía a los monjes Coptos, conocidos como los ''Nueve Santos de Etiopía'', los cuales se cree que llegaron a tierra Etíope aproximadamente en el Año 480 y fundaron los primeros monasterios en la provincia de Tigre.
También reveló que estaba familiarizado con los textos ocultos de Urim y Thummim y con la mezuzah, ademas de con el uso de las palabras mágicas gematria y notarikon en la necromancia egipcia y con los nombres mágicos Adonay, El y Elohe. Teferi mostró familiaridad con las doctrinas cabalísticas, los textos del Gilgamesh, los rituales paganos referentes al culto de Isis, de la serpiente Arwe y de los dioses Abisinios de la Tierra (Meder), el Mar (Beher) y la Guerra (Marhem), ademas de con los arcanos de la astrología y la numerologia. Aunque, por encima de todo, Teferi mostró ante los sacerdotes la comprensión de los mensajes fundamentales del Libro Egipcio de los Muertos y del Libro Egipcio de los Dos Caminos.
En el antiguo idioma egipcio, o copto, la palabra usada para designar a un mago tenia el significado de ''escriba de la Casa de la Vida''. A los así llamados se les conocía como sabios bondadosos, no como embaucadores malvados, y las peticiones de conjuros por parte de la gente para evitar los maleficios eran una faceta habitual de la vida cotidiana. Sin embargo, había varios rituales formales que estaban reservados para ceremonias de extrema circunstancia, entre las cueles se hallaba el festival Heb-Sed, en el que, tras haber reinado durante treinta años, el Faraón viajaba a Sakkarahm a unos cincuenta Km de la Gran Pirámide. Allí, en un lugar sagrado flaqueado de monumentos inmensos, el anciano Faraon corría, saltaba, luchaba, bailaba y se rejuvenecía milagrosamente, dotado de nuevo con el vigor propio de un adolescente. También existía el ritual conocido como la ''Ruptura de los Jarrones Rojos'', en el cual, siguiendo una secuencia meticulosa, se destrozaban cuencos de arcilla roja de Tebas y figurines humanos moldeados en Sakkarah a fin de repeler o destruir a los enemigos de los dirigentes.
Dichos rituales se celebraban bajo la supervision de magos coptos adultos, una orden idéntica a la de los hombres que antaño el faraón había invitado a comparar su brujería con la de Moisés y Aaron (en lo que de a encantamiento se refiere) para comprobar si ellos hablaban realmente con la autoridad de la Palabra de Dios a la hora de pedir a los egipcios que liberaran a los Israelitas. Porque los egipcios creían que con la secuencia correcta de ritos y conjuros, realizada en la Casa de la Vida, las posibilidades mágicas eran infinitas.
En el núcleo de aquel misticismo existía la Palabra. Decir o escribir la palabra correcta era triunfar. Por supuesto, los nombres eran de la mayor importancia en el Antiguo Egipto. Todos egipcios tenían muchos nombre diferentes, y tan solo uno era el autentico, y de ser posible no se le revelaba nunca a nadie. Los conjuros solo podían ser efectivos, mas allá del arte de hacerlos, si se lanzaban disponiendo del nombre autentico. De un hombre tan poderoso como el Faraón se decía que ''ni siquiera su madre conocía su nombre''.
Nadie, dijo Teferi a los sacerdotes, conoce su nombre autentico.
En un momento dado, un viejo Abmnet / Abad, supuestamente pidió examinar las palmas de las manos de Teferi. Vio que en ellas tenia estigmas, y que la linea de la vida se cerraba en si misma en un emblema de infinitud. Teferi murmuro algo en el oído del abad, y la cara del anciano palideció. Abandonó la sala, al parecer en estado de conmoción, y rehusó regresar o hablar con sus colegas.
Teferi concluyó la sesión final con aquellos sabios y hombres sagrados narrando, tan gráficamente como si el mismo lo hubiera presenciado, la historia de por qué el rey Salomón de Jerusalen había llegado a conocer y a cortejar a la reina Makeda de Saba. Durante inacabables horas, al menos así se explica, los hombres sagrados escucharon con embeleso, asombrados por la intima familiaridad del joven con aquellos sucesos antiguos, y sin hacer la mas mínima interrupción por su parte.
El muchacho hablaba lentamente, con cuidado de no pasar por alto ningún detalle, ya concerniera al aspecto del amanecer de un día determinado y el tiempo que hizo luego, la arquitectura y el diseño interior de los palacios y la miseria de los cuchitriles de los esclavos,la irritante y pegajosa tierra de las calles de la ciudad, los espejismos que creaban las olas de calor en las depresiones del vasto desierto, el atardecer o la vestimenta, el habla, el comportamiento e incluso la dieta de cualquiera de las venerables figuras que aparecían en su relato. Las descripciones de emociones se manejaban con un respeto especial, las complejidades de varios sucesos clave se desenmarañaron pausadamente, y todo ellos entretejido con destreza hasta formar el tapiz de un discurso absolutamente resplandeciente.
Teferi explicó que la encantadora y acaudalada reina Makeda había conocido al gran rey Salomón gracias al mercader etíope príncipe Tamrin, que poseía casi cuatrocientos buques y caravanas que constaban de hasta quinientos camellos. Tras regresar de un viaje de negocios a Jerusalen, grandes cantidades de Ebano, oro Rojo y Zafiros al rey hebreo, Tamrin le hablo a Makeda del Palacio y del templo majestuoso de Solomon, y de lo bondadoso y honrado que era como juez de sus súbditos.
Cautivada, Makeda decidir que debía visitar al gran rey y se puso en camino, con Tamrin actuando de capitán y con una caravana de 800 camellos, innumerables criados y un gran carro con el equipaje. Al llegar a Jerusalen, Makeda fue recibida en el palacio por Salomón, que la abrumo con su hospitalidad y la ilustro con su sabiduría. Salomón la convenció de que abandonara la adoración del Sol, y Makeda se convirtió en seguidora del único Dios verdadero, el Dios de Israel. Aquel Cuyo Nombre No Debe Pronunciarse.
Con todo detalle, la reina virgen manifestó el deseo de revelar todo lo aprendido a su propio pueblo, pero Salomón, enamorado de Makeda, la convenció de quedarse otra temporada para que ''completara su instrucción en sabiduría''. La ultima noche en que Makeda estuvo en el Palacio se celebro un banquete de despedida de un esplendor nunca visto, tras el cual Salomón le pidió a Makeda que se acostara con el. Makeda se negó, y le suplico a Salomón que jurara no violarla. El cumplió, con la condición de que no tomara nada mas de el aquella noche. Ella accedió y, de ese modo, Salomón se solazo con la esclava de Makeda. Sin embargo, en el curso de la noche, Makeda se levanto para beber agua de la cisterna del dormitorio, y Salomón, que había fingido dormir con objeto de observarla, insistió en que ella había roto el juramento por tomar una sustancia tan preciosa en un país tan seco. Por lo tanto, ella no tenia mas remedio que someterse a la lujuria
de Salomón.
A la mañana siguiente, Salomón le dio a ella un anillo en el que estaba grabado el sello del León de Judah, y le dijo que se lo diera al primer hijo varón que tuviera, y que luego le enviara el muchacho a el, para educarlo cuando alcanzara la mayoría de edad. Durante el largo viaje de regreso a Etiopía, Makeda dio a luz a un niño al que llamo Ebna Hakim, que significa ''Hijo del hombre Sabio''.
Cuando se criaba en Saba, Ebna era objeto de las bromas continuas de sus compañeros, a causa de su nacimiento ilegitimo. Al cumplir diez años, no pudo soportar mas el ridículo y la mortificación. Enojado y confuso, reunió el valor del que había carecido anteriormente y le pregunto a su madre por padre desconocido. Ella, encantada, le hablo del Rey Salomón a su hijo, y le entrego el anillo.
Elegante por su resuelta sencillez, el anillo no se parecía a ninguno de los que había visto Ebna hasta entonces. Al principio, se resistió cuando Makeda quiso ponérselo en el dedo, aunque a la larga, acepto el anillo y se lo puso. El efecto que causo eso sobre Ebna fue inquietante, y sintió como si de repente, le pasara una corriente de energia ardiente y punzante a través de su cuerpo. Avergonzado de que su madre le viera tan desconcertado, Ebna trato de reprimir su ansiedad, pero su inquietud espiritual no se calmo, y su mano se agito con furia cuando intento quitarse el anillo.
Mareado y ya muy sudoroso, se lo devolvió a Makeda, aunque ella rechazo tomarlo de nuevo. ''Se trata de un anillo de hombre, y es el regalo de un Rey'', le dijo a su hijo, y luego lo envió con su padre para estudiar.
Cuando Ebna se presento ante el Rey, al principio este lo rechazó, para gran pena y asombro del muchacho, ya que Salomón pensaba que se trataba de un impostor, ''Conoceré a mi hijo por el anillo que lucirá! '' Dijo el Rey. Avergonzado, Ebna mostró el anillo, y la ira de su padre se convirtió en pena. ''Tienes miedo de su poder'' Dijo Salomón ''pero ese poder viene de ti. Debes aprender a aceptar tu destino.''
Ebna pasó muchos años felices en la corte de Salomón, aunque con el tiempo, decidió regresar a ''las montañas del país de su madre''. El rey disgustado porque su hijo no quería ser su sucesor (puesto que el hijo mayor de Salomón, Roboam, era mas bien frívolo), le autorizo a que se marchara, pero con la condición de que le acompañaran los hijos mas eruditos de sus consejeros personales, a fin de que enseñaran la ley hebrea en Etiopía. A Ebna le pareció bien, pero los consejeros y sus hijos no estuvieron de acuerdo, ya que pensaban que estarían fuera del alcance de la gracia y protección especiales de Dios, si abandonaban Israel.
Enfurecido por su insolencia, Salomón proclamo un interdicto sagrado para los hijos de los consejeros. Estos se hicieron atrás, aunque tramaron una venganza. Azarias (conocido también como Eleazar), hijo del gran sacerdote Zadoc, ideo una conspiración para robar el Arca de la Alianza y llevársela a Etiopía.
Cuando Salomón se entero de lo que había ocurrido, envió la caballería para alcanzar a la caravana, pero Yahovah, disgustado por el libertinaje y la vanidad de Salomón, aturdió a los jinetes del Rey e hizo que los viajeros se trasladaran de forma tan veloz que llegaron a su destino, meses antes de lo previsto.Así, el Arca encontró un nuevo hogar permanente en Etiopía, con la bendiciones de Yahovah, explico Teferi a los sacerdotes al final de su monologo; y Ebna, luciendo el anillo de Salomón en el dedo, se convirtió en Emperador, tomando el nombre de Menelik.
Inicialmente humillados por la fuerza y la belleza del recitado de Teferi, los sacerdotes se pusieron celosos y empezaron a sospechar enormemente de la extraña riqueza de detalles con la que el joven había adornado los relatos bíblicos. Así que le pidieron saber las fuentes de la información.
En vez de responder a la pregunta, Teferi mando a un monje que había servido en la catedral de Axum, donde se guardaba el Arca (Así informaron los monjes de Axum, fuente: New York Times 27/1/1998). Teferi le explico en voz baja el Kedusta Kedussan, el sancta sanctorum, donde se guardaba el Tabbot / Arca, y luego recito varias inscripciones escritas en ella. A punto de desmayarse por la conmoción de lo que Teferi iba anunciando, se dice que el monje se tapo los oídos para evitar aquellas revelaciones blasfemas, y tanto el como el resto de los sacerdotes se dispersaron apresuradamente.
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