miércoles, 18 de marzo de 2015

Abebe Bikila

Abebe Bikila (አበበ ቢቂላ) (7 de agosto de 1932 - Adís Abeba, 25 de octubre de 1973) fue un atleta etíope, dos veces ganador de la maratón olímpica.

Bikila nació en Mout, Etiopía, y llegaría a ser miembro de la Guardia Imperial de Haile Selassie. En 1960, este hombre demostró al mundo que el continente africano estaba preparado para hacer frente a occidente en el mundo del deporte. El etíope Abebe Bikila consiguió en Roma, desde donde las huestes de Mussolini habían partido para oprimir a su pueblo, la primera medalla de oro para África en unos Juegos Olímpicos tras imponerse, CORRIENDO DESCALZO, en la mítica prueba del maratón. Abebe Bikila enseñó el camino a la gloria e inspiró a las generaciones venideras. Desde entonces, los africanos se han hecho con el poder en las pruebas de fondo en el atletismo. Gebresselasie, su mejor pupilo, sentenció en su día: "Bikila hizo que los africanos pensáramos: Él es uno de nosotros, si él puede, nosotros también podemos hacerlo".

Abebe Bikila nació en 1932 en el norte de Etiopía, en un típico poblado llamado Jato. En su juventud, destacó como un buen nadador, un hábil jinete y un gran jugador de Guna, algo parecido al hockey jugado durante la Navidad. A los 17 años se trasladó a la capital, Addis Abeba, donde comenzó una carrera militar a las órdenes del emperador Haile Selassie I, quien para mantener a las tropas en buena forma física, diseñó actividades regulares deportivas. Si bien Abebe nunca había tenido en cuenta dedicarse al atletismo, el hecho de ver al equipo olímpico que iba a participar en Melbourne 1956 desfilar con la palabra ETIOPIA en el pecho le hizo ver la luz y cual sería su destino. Este programa le dio la oportunidad de desarrollar su talento natural para el deporte.

Sus inicios con Onni Niskanen

Más tarde, y como símbolo de la unidad de las fuerzas armadas, el régimen estableció un evento deportivo anual, que fue diseñado para reunir a las tres fuerzas, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina en actividades compartidas. Bikila, en su primera participación, terminó la carrera en 2 horas 39 minutos y 50 segundos. Llegó aquí un punto de inflexión en su vida ya que entró en contacto con el conocido entrenador sueco Onni Niskanen, quien entonces era el director de atletismo del ministerio de educación.

El destino fue caprichoso con Bikila, pues Wami Biratu, el atleta seleccionado para competir en el maratón de los Juegos Olímpicos de Roma, se lesionó jugando un partido de fútbol, lo que propició la inclusión de Abebe en el equipo olímpico. Con la ayuda de Niskanen, Abebe empezó una intensa preparación para Roma, pero días antes de la gran cita, a Bikila le sale una molesta ampolla en un pie, por lo que decide correr descalzo y evitarse el dolor que le causaba la herida con zapatillas.

Abebe conquista Roma

Cuando empezó la carrera todo el mundo contemplaba asombrado a aquel atleta descalzo. Bikila no se acercó a las primeras posiciones hasta el km 10. A partir de ahí,tomó impulso sobre el empedrado romano y se unió a los líderes que para entonces se reducían al marroquí Abdessalem Rhadi,  Arthur Kelly de Gran Bretaña y el belga Van den Dreissche. En el kilómetro 20, Abebe y Rahdi dejan a todos atrás y se lanzan en un mano a mano hacia la victoria. A poco para el final y a la altura del Obelisco de Axum, monumento expropiado a los etíopes por el régimen del 'Duce', Abebe lanzó el ataque final. Cruzó primero el Arco de Constantino, ganando  la medalla de oro y bajando en 8 minutos el récord del mundo. "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo", afirmó. Bikila había redimido a su pueblo y puesto a África en el mapa del mundo a nivel deportivo.

Su entrenador Niskanen, al ser preguntado si le había sorprendido el triunfo de su pupilo declaró "La gente no conoce a Abebe como yo. Él no tiene miedo de sus rivales. Es todo fuerza de voluntad y dedicación . No he visto nunca a nadie como Abebe. Abebe fue hecho por él mismo, ni por mí, ni por nadie."

Repite gesta en Tokio

Su asalto a su tercera maratón olímpica en Mexico 1968 resultó un fracaso ya que unas molestias en la pierna y el mal de altura le obligaron a abandonar la prueba a media carrera. Cuentan que antes de abandonar animó a su compatriota Mamo Wolde que seguía en carrera: "no puedo seguir corriendo porque estoy gravemente enfermo. La responsabilidad de ganar una medalla de oro para Etiopía está en tu hombro". Mamo Wolde recogió el mensaje y terminó la carrera en primer lugar.

Destino cruel

Al año siguiente, en 1969, el destino fue cruel con Abebe Bikila. El atleta sufrió un grave accidente de coche en Addis Abeba al intentar esquivar una protesta estudiantil. Es enviado a Inglaterra por el emperador para ser tratado en los mejores hospitales pero los esfuerzos son inútiles y el atleta queda parapléjico para siempre. Al cabo de ocho meses regresó a Etiopía en una silla de ruedas y recibido por una multitud que le vitoreaba. Pero Abebe lo aceptó con asombrosa entereza: "Fue la voluntad de Dios que ganase en los Juegos y fue su voluntad que tuviera el accidente. Acepto esas victorias y acepto esta tragedia".

Su límite físico nunca le hizo renunciar a su amor por el deporte. Su espíritu competitivo nunca disminuyó. Desde su silla de ruedas participó en varios campeonatos de tiro con arco en Inglaterra para discapacitados en los que obtuvo grandes resultados, así como en los Juegos para parapléjicos de Noruega en 1971. Bikila se había ganado el respeto del mundo entero.

En 1972, fue invitado a los Juegos Olímpicos de Munich en calidad de invitado especial. Fue recibido con una ovación atronadora cuando entró en el estadio en su silla de ruedas. En memoria de su cuadragésimo cumpleaños se celebró una fiesta de gala en la Villa Olímpica en presencia de los atletas y funcionarios de la organización.

Abebe Bikila falleció el 20 de octubre de 1973, a los 41 años, por un derrame cerebral fruto del accidente. Se calcula que unas 100.000 personas, su majestad, miembros de las familias reales, embajadores, así como periodistas locales e internacionales asistieron al funeral de Estado.


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