lunes, 30 de marzo de 2015

EL REVISIONISMO HISTÓRICO

EL REVISIONISMO HISTÓRICO

El revisionismo histórico es el estudio y reinterpretación de la historia. Tiene un uso académico legítimo y otro peyorativo. Su uso académico se refiere a la reinterpretación de hechos históricos a la luz de nuevos datos, o nuevos análisis más precisos o menos sesgados de datos conocidos.
El revisionismo presupone que entre los historiadores, o el público general, existe una forma generalmente aceptada de entender un acontecimiento o un proceso histórico y que hay razones para ponerla en duda. Esas razones pueden ser de distinto tipo: la puesta en valor de nuevos documentos, el cambio de paradigma historiográfico; o también el cambio de los valores desde los que se observa el pasado. En los casos de revisionismo no académico o pseudocientífico suele acusarse a quien lo practica de dedicarse al uso político de la historia y de no respetar la neutralidad y el espíritu crítico en la relación con las fuentes considerados básicos en el trabajo del historiador.

El revisionismo académico

En el ámbito académico, la revisión de las formas de entender el pasado forma parte de la tarea del historiador profesional. Una de las grandes polémicas revisionistas vino con el segundo centenario de la Revolución francesa, con la llamada querella de los historiadores. Las explicaciones estructurales y marxistas de la década de 1960 fueron puestas en duda por historiadores que enfatizaban las decisiones políticas y la ideología, y que colocaban al terror como su motor explicativo. A partir de esta polémica ha sido habitual en algunos ámbitos académicos denominar revisionistas a los historiadores que utilizan explicaciones de los procesos históricos en términos de cultura política, ideología y decisión, en vez de estructuras sociales y condicionantes económicos.
En el mundo anglosajón y en menor medida el francófono es muy común que la palabra revisionismo aparezca en el título de obras académicas haciendo referencia a su sentido más literal. Por ejemplo, S.P. MacKenzie, un historiador militar estadounidense, se sintió incómodo con el trato que la historiografía daba al compromiso de los soldados con la causa en los ejércitos revolucionarios. Ya fuese el ejército puritano de Cromwell, el de la leva en masa de la Revolución francesa, el Ejército Libertador de Simón Bolívar, las Brigadas Internacionales en la guerra civil española, o las Waffen SS de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, le pareció que en demasiadas ocasiones se atribuían sus buenos resultados militares al compromiso ideológico de los soldados y no a su número, su armamento, o a la pericia de los oficiales. Emprendió entonces una tarea revisionista: se documentó sobre esas unidades militares y su comportamiento en diferentes batallas, victorias y derrotas, y lo comparó con el de las unidades regulares. El resultado le pareció inequívoco: los historiadores en muchas ocasiones habían atribuido los éxitos militares de esas unidades al compromiso de los soldados, aunque la comparación sistemática muestra que en circunstancias similares un ejército regular hubiese vencido de la misma manera.
A veces, el simple paso del tiempo permite cambiar la perspectiva a la comunidad de historiadores, pues un punto de llegada diferente invita a evaluar de forma nueva la trayectoria histórica pasada. Por ejemplo, parte de la historia económica y política española de la década de 1960 comparaba la España de Franco con las democracias europeas y veía la trayectoria del país desde siglo XIX como un fracaso: fracaso de la industrialización, fracaso del liberalismo político. Durante la década de 1990, desde los mismos valores se podía mirar al pasado, en especial al período de la restauración (1874–1923) y encontrar muchos rasgos positivos que permitieron desembocar a finales del siglo XX en una democracia avanzada. En vez de buscar en la historia los elementos que explicaban el punto de llegada «fracaso» (como la inexistencia de una revolución burguesa), algunos historiadores revisaron la historia y buscaron precursores del «éxito» (Como la práctica parlamentaria casi ininterrumpida entre 1834 y 1923). Estos cambios de interpretación suelen venir acompañados de controversia historiográfica dentro del mundo académico.

El revisionismo no académico y pseudocientífico

Por otra parte, la actividad de revisar el pasado la puede practicar cualquier periodista o investigador aficionado y, salvo en casos excepcionales, está protegida por la libertad de pensamiento y expresión. Además, como la historia es un terreno fecundo para la controversia política y en muchas ocasiones la legitimidad de apuestas políticas del presente se fundamenta en trayectorias históricas del pasado, la revisión histórica puede estar cargada de polémica. (v. Uso político de la historia). Casos famosos, como el del Negacionismo del Holocausto (que niega la existencia de un plan para el exterminio de los judíos en la Alemania Nazi), han dado lugar a legislación en algunos países que tratan esa versión de la historia como delito, considerando que se trata de «una mentira deliberada, con fines políticos, que no tiene nada que ver con interpretar la evidencia histórica y, en cambio, se aproxima a la apología de un régimen criminal».
En ocasiones, las fronteras entre el revisionismo académico y el seudocientífico son objeto de disputa. A priori, los revisionistas externos al mundo académico pueden hacer un trabajo excelente en términos historiográficos. Del mismo modo, un historiador académico puede trabajar fuera del canon historiográfico y convertirse en una suerte de revisionista no académico. Sin embargo, los revisionistas que han alcanzado mayor resonancia en la opinión pública normalmente se han beneficiado más de la existencia de un público o grupo mediático ávido de polémica, que no da una aportación original al conocimiento histórico. La figura del revisionista no académico suele presentarse como un Quijote que se esfuerza por hacer aparecer una supuesta verdad frente a un establishment que le margina. Algunos editores de historiadores académicos también han descubierto que entrar en polémica con estas figuras mediáticas les sirve para vender más libros.
Las críticas al revisionismo no académico desde la historiografía profesional suelen hacer referencia a su carácter seudocientífico, por la utilización fraudulenta de los mecanismos de verosimilitud con los que se construye un discurso histórico:
- Utilización acrítica de documentos.
- Uso de citas falsas o forzadas.
- Falta de contextualización o desvalorización caprichosa de información relevante.
En contrapartida, las críticas a la historiografía académica suelen aducir que ésta nunca ha estado libre de prejuicios ideológicos, y que, por otra parte, cuando se construye como discurso científico neutro no suele interesar al público general y falla en su compromiso cívico.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Abebe Bikila

Abebe Bikila (አበበ ቢቂላ) (7 de agosto de 1932 - Adís Abeba, 25 de octubre de 1973) fue un atleta etíope, dos veces ganador de la maratón olímpica.

Bikila nació en Mout, Etiopía, y llegaría a ser miembro de la Guardia Imperial de Haile Selassie. En 1960, este hombre demostró al mundo que el continente africano estaba preparado para hacer frente a occidente en el mundo del deporte. El etíope Abebe Bikila consiguió en Roma, desde donde las huestes de Mussolini habían partido para oprimir a su pueblo, la primera medalla de oro para África en unos Juegos Olímpicos tras imponerse, CORRIENDO DESCALZO, en la mítica prueba del maratón. Abebe Bikila enseñó el camino a la gloria e inspiró a las generaciones venideras. Desde entonces, los africanos se han hecho con el poder en las pruebas de fondo en el atletismo. Gebresselasie, su mejor pupilo, sentenció en su día: "Bikila hizo que los africanos pensáramos: Él es uno de nosotros, si él puede, nosotros también podemos hacerlo".

Abebe Bikila nació en 1932 en el norte de Etiopía, en un típico poblado llamado Jato. En su juventud, destacó como un buen nadador, un hábil jinete y un gran jugador de Guna, algo parecido al hockey jugado durante la Navidad. A los 17 años se trasladó a la capital, Addis Abeba, donde comenzó una carrera militar a las órdenes del emperador Haile Selassie I, quien para mantener a las tropas en buena forma física, diseñó actividades regulares deportivas. Si bien Abebe nunca había tenido en cuenta dedicarse al atletismo, el hecho de ver al equipo olímpico que iba a participar en Melbourne 1956 desfilar con la palabra ETIOPIA en el pecho le hizo ver la luz y cual sería su destino. Este programa le dio la oportunidad de desarrollar su talento natural para el deporte.

Sus inicios con Onni Niskanen

Más tarde, y como símbolo de la unidad de las fuerzas armadas, el régimen estableció un evento deportivo anual, que fue diseñado para reunir a las tres fuerzas, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina en actividades compartidas. Bikila, en su primera participación, terminó la carrera en 2 horas 39 minutos y 50 segundos. Llegó aquí un punto de inflexión en su vida ya que entró en contacto con el conocido entrenador sueco Onni Niskanen, quien entonces era el director de atletismo del ministerio de educación.

El destino fue caprichoso con Bikila, pues Wami Biratu, el atleta seleccionado para competir en el maratón de los Juegos Olímpicos de Roma, se lesionó jugando un partido de fútbol, lo que propició la inclusión de Abebe en el equipo olímpico. Con la ayuda de Niskanen, Abebe empezó una intensa preparación para Roma, pero días antes de la gran cita, a Bikila le sale una molesta ampolla en un pie, por lo que decide correr descalzo y evitarse el dolor que le causaba la herida con zapatillas.

Abebe conquista Roma

Cuando empezó la carrera todo el mundo contemplaba asombrado a aquel atleta descalzo. Bikila no se acercó a las primeras posiciones hasta el km 10. A partir de ahí,tomó impulso sobre el empedrado romano y se unió a los líderes que para entonces se reducían al marroquí Abdessalem Rhadi,  Arthur Kelly de Gran Bretaña y el belga Van den Dreissche. En el kilómetro 20, Abebe y Rahdi dejan a todos atrás y se lanzan en un mano a mano hacia la victoria. A poco para el final y a la altura del Obelisco de Axum, monumento expropiado a los etíopes por el régimen del 'Duce', Abebe lanzó el ataque final. Cruzó primero el Arco de Constantino, ganando  la medalla de oro y bajando en 8 minutos el récord del mundo. "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo", afirmó. Bikila había redimido a su pueblo y puesto a África en el mapa del mundo a nivel deportivo.

Su entrenador Niskanen, al ser preguntado si le había sorprendido el triunfo de su pupilo declaró "La gente no conoce a Abebe como yo. Él no tiene miedo de sus rivales. Es todo fuerza de voluntad y dedicación . No he visto nunca a nadie como Abebe. Abebe fue hecho por él mismo, ni por mí, ni por nadie."

Repite gesta en Tokio

Su asalto a su tercera maratón olímpica en Mexico 1968 resultó un fracaso ya que unas molestias en la pierna y el mal de altura le obligaron a abandonar la prueba a media carrera. Cuentan que antes de abandonar animó a su compatriota Mamo Wolde que seguía en carrera: "no puedo seguir corriendo porque estoy gravemente enfermo. La responsabilidad de ganar una medalla de oro para Etiopía está en tu hombro". Mamo Wolde recogió el mensaje y terminó la carrera en primer lugar.

Destino cruel

Al año siguiente, en 1969, el destino fue cruel con Abebe Bikila. El atleta sufrió un grave accidente de coche en Addis Abeba al intentar esquivar una protesta estudiantil. Es enviado a Inglaterra por el emperador para ser tratado en los mejores hospitales pero los esfuerzos son inútiles y el atleta queda parapléjico para siempre. Al cabo de ocho meses regresó a Etiopía en una silla de ruedas y recibido por una multitud que le vitoreaba. Pero Abebe lo aceptó con asombrosa entereza: "Fue la voluntad de Dios que ganase en los Juegos y fue su voluntad que tuviera el accidente. Acepto esas victorias y acepto esta tragedia".

Su límite físico nunca le hizo renunciar a su amor por el deporte. Su espíritu competitivo nunca disminuyó. Desde su silla de ruedas participó en varios campeonatos de tiro con arco en Inglaterra para discapacitados en los que obtuvo grandes resultados, así como en los Juegos para parapléjicos de Noruega en 1971. Bikila se había ganado el respeto del mundo entero.

En 1972, fue invitado a los Juegos Olímpicos de Munich en calidad de invitado especial. Fue recibido con una ovación atronadora cuando entró en el estadio en su silla de ruedas. En memoria de su cuadragésimo cumpleaños se celebró una fiesta de gala en la Villa Olímpica en presencia de los atletas y funcionarios de la organización.

Abebe Bikila falleció el 20 de octubre de 1973, a los 41 años, por un derrame cerebral fruto del accidente. Se calcula que unas 100.000 personas, su majestad, miembros de las familias reales, embajadores, así como periodistas locales e internacionales asistieron al funeral de Estado.


jueves, 12 de marzo de 2015

LA SEÑAL DE QADAMAWI HAYLE SELASSIE

LA SEÑAL DE QADAMAWI HAYLE SELASSIE

Los dos triángulos:

En Kemet el triángulo apuntando hacia arriba representa el Fuego mientras que el triángulo apuntando hacia abajo es Agua. Combinados obtenemos los elementos naturales de la Trinidad.
Fuego, Agua y Aire (que es el espacio entre los dos triángulos).

Mateo 3:11

"Yo, en verdad, los bautizo a ustedes con agua para arrepentimiento, pero Aquél que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitar las sandalias; El los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

Otra reflexión:
El triángulo hacia arriba apunta al Cielo, y el triángulo hacia abajo apunta a la Tierra.
Cada triángulo tiene 3 puntos, los 3 puntos hacia arriba simbolizan la Divinidad expresada en la Triunidad Ortodoxa (Ab, Weld, Menfes Qdus, Ahadu Amlak = Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un Dios).
Los tres puntos que están hacia abajo representan la triunidad del Ser Humano (Cuerpo, Mente y Alma, un Hombre).

Mateo 6:10
'' Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.''

EL SELLO DE SALOMÓN ''Khatam Suleiman'' / ''Jatam Sholomo''

Formado por una superposición de dos triángulos equiláteros (a menudo, pero no indispensablemente, a su vez también entrelazados) que forman una figura geométrica con apariencia de estrella de seis puntas. Tiene su fuente de inspiración en el Cantar de los Cantares de Salomón.
Los dos triángulos superpuestos o entrelazados de la estrella israelita responden a un verso bíblico particularmente apreciado en el judaísmo y que de un modo simbólico expresa la íntima relación que se existe entre Dios y la humanidad:

Cantar de los Cantares 6:3
''Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;''